Para algunos sectores, la suspensión indefinida
del proyecto Hidroaysén por parte de Colbún, se trata de un chantaje
político para presionar a las cúpulas de poder del estado chileno; Para
otros, una necesidad de requerir una política energética que cuente
con un "consenso amplio", referida a las elites políticas –
empresariales; Para otros, el inicio de una transformación profunda
tendiente a cambios sobre modelos y matriz energética.
En el presente, frente a toda forma nefasta de
generar lucro desproporcionado a costa de la depredación y de los
descarados subsidios estatales a las elites empresariales en desmedro de
las mayorías y sus derechos, es un tema País, instalado por los
movimientos sociales. Sí, Chile cambió.
Colbún recomendó ayer a Hidroaysén la suspensión indefinida del
ingreso del Estudio de Impacto Ambiental del proyecto de transmisión.
Anunció que suspendió de manera indefinida de éste y se señaló: "Es el
momento oportuno para detenernos y que el proyecto sea analizado en el
marco de una política energética nacional", enfatizó el representante de
Colbún, Bernardo Matte Larraín, quien posee el 49 % de las acciones
del proyecto y que se mantiene en sociedad con la transnacional Endesa.
Para algunos sectores se trata de un chantaje político para
presionar a las cúpulas de poder del estado chileno; Para otros, una
necesidad de requerir una política energética que cuente con un
"consenso amplio", referida a las elites políticas – empresariales;
Para otros, el inicio de una transformación profunda tendiente a cambios
sobre modelos y matriz energética.
El gobierno por su parte salió al paso señalando que el “país”
tiene una política energética definida, donde la generación
hidroeléctrica tiene un lugar privilegiado: "Tenemos un comité asesor
que elaboró una estrategia 2012-2030 y queremos solucionar el problema
de la energía, no para este gobierno, sino para Chile", dijo el ministro
de hacienda Felipe Larraín a una televisora, defendiendo los proyectos
hidroeléctricos y refiriéndose a una supuesta crisis energética en
Chile.
Como sea, independiente de las razones de esta caída, la
resistencia a los proyectos hidroeléctricos en el País y en general a
toda forma nefasta de generar lucro desproporcionado a costa de la
depredación y de los descarados subsidios estatales a las elites
empresariales en desmedro de las mayorías y sus derechos, es un tema
País, instalado por los movimientos sociales. No en vano, el Gobierno
recientemente, a través de las carteras de energía y del medio ambiente
anunció un estudio para el uso de terrenos fiscales con fines de
construcción de proyectos hidroeléctricos, evitando así posibles
oposiciones.
Sí, Chile cambió
Parafraseando al propio Matte de Colbún, ciertamente Chile
cambió porque hay conciencia, hay mayor entendimiento, mayor información
de una buena parte de la población al dimensionar las redes de
corrupción de sectores políticos y empresariales y las falsas campañas
de manipulación a la opinión pública trasladando supuestas crisis
energéticas e intentando causar pavor para conseguir la neutralidad de
la ciudadanía y su aprobación y justificación a los proyectos
hidroeléctricos que se pretenden imponer. Chile cambió, porque se ha
detectado el abuso y las arbitrariedades de ciertos sectores que solo
pretenden negociados y que nada les importa la población, los espacios
de vida y el medio ambiente. Chile cambió, porque un importante sector
ya no quiere que decidan las elites de poder por las mayorías sobre qué
tipo de desarrollo se requiere o qué tipo de energía es la que se
necesita. Chile cambió, porque la población consciente e informada, la
que no se dejó atrapar por los instrumentos mediáticos del empresariado
ideologizado con sus medios masivos de información comercial, ya no les
compra y no quiere acciones parásitas y succionadoras.
Los proyectos Hidroeléctricos que aunque se emplazan y se
justifican por “La utilidad pública” o bien, por el “interés nacional”
son negocios de unos pocos, en desmedro de las grandes mayorías y sus
territorios. Atentan a Derechos fundamentales y generan graves e
irreversibles impactos.
Inundaciones, desplazamientos de poblaciones, pérdidas sociales,
culturales, económicas y soberanías; emplazamientos de enormes
maquinarias, excavaciones profundas y movimientos de tierras,
intervención de bosques nativos, pérdida de flora y fauna y nuevos
tendidos eléctricos, con una suma total de miles de hectáreas afectadas,
incluso, emplazándose en zonas de alto riesgo telúrico, entre muchas
otras consecuencias.
Asimismo, este modelo, expandido en plenitud durante la dictadura
militar chilena, tiene diversos antecedentes que demuestran cómo las
redes de poder político en Chile, transversalmente en el bloque
binominal, están fundidos con los intereses económicos y comerciales en
este tipo de inversiones, por ello, no es de extrañarse que las
acciones para imponer este tipo de proyectos se hagan con la promoción,
complicidad y amparo de instituciones del Estado, fuera de toda moral,
ética, sentido de justicia y de democracia, con un descarado saqueo,
como ha sido, por ejemplo, la aprobación ambiental de hidroaysén, o
como fue años atrás con Ralco y Pangue en los Altos de Bio Bio a favor
de Endesa, con el intervencionismo de los presidentes concertacionistas
Frei y Lagos; O Angostura (Colbún) con Bachelet, respectivamente.
El actual Presidente de Chile, el empresario Sebastián Piñera,
fue accionista de Enersis, matriz empresarial de Endesa en Chile, siendo
además de la misma cuna ideológica de los Matte (Colbún). Asimismo, un
militante del Partido por la Democracia (Concertación), Daniel Álvarez,
es ejecutivo de Hidroaysén; Y tanto Endesa como los Matte, han venido
financiando campañas políticas electorales de sectores de la Alianza
por Chile y de la Concertación. ¿Para quién gobiernan estas coaliciones
políticas?
En Chile no hay crisis energética para la población
En Chile, el cerco informativo pro empresarial y diversas
vocerías políticas partidistas del bloque binominal se han referido a la
crisis energética del País como un tema urgente, sin embargo, ante esta
ofensiva mediática es importante señalar, categóricamente que: En
Chile no hay crisis energética para la población quien consume un mínimo
en comparación al consumo de las mega industrias extractivas. Un 16 %
versus más del 50 % aproximado de relación.
Lo que existe realmente son subsidios estatales solapados que
sectores de poder del estado chileno pretenden expandir a favor a
ciertos grupos empresariales, por una parte, para beneficiar
mayoritariamente los intereses de la expansión de la industria minera y
por otra, para la especulación y lucro de sectores económicos
dedicados a la energía, todas con un mismo fin, ya sea en
hidroeléctricas, termoeléctricas o incluso ahora, las llamadas
geotermias. Todas apuntando a la matriz energética central con los
mismos propósitos.
Con relación al emplazamiento y cuestionamiento sobre consumo de
energía a través del plan energético que viene promoviendo el Gobierno,
ésta, sobre ahorro, es trasladado exclusivamente a la población, no así
a las industrias, ni tampoco se les exige autosuficiencia energética a
pesar de toda la fortuna que acumulan, porque existe un descarado
candado de negociados que progresivamente va llegando a su límite,
desmoronándose.
Hidroaysén es un síntoma y un llamado de Alerta
El freno a la imposición de este tipo de proyectos ha sido
posible a la acción consciente de los movimientos sociales y la
discusión que se comienza a generar se basa en las exigencias al Estado
chileno a que cumpla sus obligaciones en el respeto, garantía y
reparación de los derechos vulnerados y que están consagrados en
diversos pactos y tratados internacionales de Derechos Humanos y que
busca la defensa de los territorios como espacios de vida, para el
desarrollo de economías locales en beneficio de una amplia mayoría.
Es asimismo, frenar la usurpación a las soberanías que grupos de
poderes fácticos de poder vienen haciendo sobre los intereses
colectivos, como el 80 % de las aguas de Chile que están bajo el control
de la transnacional Endesa y que han venido imposibilitando el
ejercicio del derecho a la libredeterminación de Pueblos, comunidades y
poblaciones, para que sean éstos quienes determinen qué tipo de
desarrollo se quiere para el País y que tipo de energías son las que se
quiere desarrollar, en pro de una diversificación de la matriz
energética, autonomías para los sustentos locales, la descentralización y
democratización en pro de las necesidades e intereses de las mayorías.
Es un llamado para decir ¡YA NO MÁS!, no tan solo para el proyecto
hidroaysén y el resguardo de la Patagonia, sino también para el retiro
de nefastos y arcaicos proyectos en Neltume (Endesa), en el río San
Pedro (Colbún), en el río Puelo (Endesa), en el río Pilmaiquén, entre
otros. Es un llamado a la reinvención y a una justa transformación.
Alfredo Seguel
Fuente:
http://www.mapuexpress.net/?act=news&id=8646